Ozumba, Méx.— A cien días del inicio de la actual administración municipal encabezada por Ricardo Valencia, la ciudadanía enfrenta un escenario desalentador: un gobierno ausente, sin rumbo claro ni resultados visibles. En lugar de generar certidumbre, el presidente municipal ha consolidado una imagen de desconexión con la población y falta de compromiso institucional.
Ricardo Valencia se ha convertido en el alcalde más ausente de la región. Habitualmente, no se le encuentra en su oficina y ha sido notoriamente el más faltista en las reuniones matutinas de seguridad, donde se coordinan estrategias clave para la tranquilidad de los municipios. Esta actitud ha encendido focos rojos entre habitantes y actores políticos de la zona.
Durante su reciente informe de los primeros 100 días de gestión, lejos de presentar avances o soluciones, el alcalde optó por descalificar a la administración anterior. Como parte de su discurso, anunció la intención de realizar una auditoría a su antecesor. Sin embargo, cabe aclarar que esta tarea no corresponde al ayuntamiento, sino al Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México (OSFEM), el cual ya cuenta con un Plan Anual de Auditorías en curso. Es decir, esas revisiones están planificadas con anterioridad y no dependen de decisiones unilaterales del presidente municipal.
A esta falta de dirección se suma la creciente ausencia de funcionarios del ayuntamiento, quienes, siguiendo el ejemplo del alcalde, se excusan de no estar en sus oficinas bajo el argumento de “estar en la calle trabajando”. No obstante, la percepción ciudadana es otra: una administración lejana, sin atención al público y sin resultados palpables.
Uno de los casos más evidentes de intento de apropiación de logros ajenos es la rehabilitación de la calle Guadalupe Victoria, obra que el gobierno municipal pretende presentar como propia, cuando en realidad es una inversión del gobierno estatal gestionada por la Secretaría de Movilidad. Fue durante la administración del exalcalde Valentín Martínez Castillo —hoy diputado local— que se propuso dicha calle como parte del programa estatal.
La ciudadanía esperaba que estos primeros 100 días fueran de cercanía, atención y compromiso: conocer las necesidades y servir con honestidad. Sin embargo, nada de eso ha ocurrido. En lugar de un gobierno presente, Ozumba ha tenido que enfrentar un vacío de autoridad y una gestión que parece más enfocada en justificar su inacción que en construir resultados.
El trienio municipal consta de 1,095 días. Ya han transcurrido 100, y con ellos, la oportunidad de demostrar un cambio. El tiempo de campañas terminó; hoy lo que la gente exige son hechos.
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